El Infierno nos ha quemado cientos de miles de hectáreas de árboles, de aire, de luz, de sombra, de aves, de animales, de belleza, de pureza, y lo hace con total impunidad, delante de nuestros distraídos ojos. Sabe muy bien que no estamos preparados para enfrentarlo.
Pareciera que los chilenos estamos viviendo, cada uno, con nuestros propios infiernos:
Los buenos, porque se dieron cuenta de que no todos a quienes creían buenos, eran buenos. La decepción es muy dolorosa.
Los malos, porque aparecen las evidencias que demuestran que lo que antes eran sospechas, era tal cual. La vergüenza es peligrosa.
En este contexto de transgresión a los valores humanos, el Infierno se desplaza como Pedro por su casa y ordena un tributo de miles de incendios, todos a la vez para admirarlos como Nerón. Una quema letal de cientos de miles de hectáreas para calmar su codicia infernal.
La mayoría de estos siniestros son ocasionados por un distraído, un negligente o un criminal.
Es tiempo de honrar los Valores.
Es tiempo de valorar los Valores.
Es tiempo de ejercer los valores.
Es tiempo de cuidarnos.