Coaching de ombligo y el cuento del Rey

Asisto por facebook a un programa de radio en el cual los invitados eran dos coaches, uno ligado a lo ontológico, otro más a lo espiritual. El moderador era coach también, y el tema central era «El Despertar de la Conciencia». La presentadora invita a quienes deseen hacer alguna consulta durante el programa y para eso da un número de teléfono.

Acto seguido cada uno de los coaches es invitado a presentarse y en su turno van entregando sus galones académicos: MBI, Cursos y Programas de Formación Internacionales, Modelos, Herramientas, Harvard, encuentros con  importantes referentes de países muy desarrollados en esos temas. Ambos invitados mencionan a sus maestros de orientales nombres, casi inentendibles.

En sus extensas presentaciones personales aprovechan de pasar un comercial de sus experiencias y oferta como si el tiempo no existiera.

En la medida que avanzaba el programa el lenguaje se pone cada vez más espeso y rebuscado, cada uno de ellos intenta expresar sus conocimientos usando las palabras más emblemáticas y propias de su disciplina. El tema que convocaba dejó de ser relevante y al final comenzó a transformarse en una especie de monólogos herméticos inalcanzables incluso para ellos mismos:

“He ido incorporando la dimensión de la terapia floral junto con esta dimensión transpersonal y el paradigma del PNL, es decir surge la posibilidad de incluir como herramientas el trabajo espiritual dentro del trabajo transformacional con recursos cien por ciento energéticos…” decía muy serio el más espiritual.

Era muy curioso que de repente se referían “a la gente”, como si fueran otros,  tal vez para diferenciarse de quienes lamentablemente,  no tienen esa preparación ni los conocimientos que ellos han adquirido y que son – para ellos –  fundamentales en la vida:

“La gente no sabe cómo lograr sus objetivos ni sabe qué es lo que lo está impidiendo…” afirmaba con seguridad, el más ontológico.

Y justo en ese momento hay un llamado de alguien del grupo de “la gente”. El llamado es tan insólito que lo voy a transcribir, porque me es difícil contarlo.

Presentadora: “Tenemos un llamado de un señor Victor… Aló Victor ¿estás al aire?”

VICTOR: “ Hola sí… estoy al habla…” se escucha una voz media enredada como de alguien que recién está despertando, con resaca.

Presentadora: “Cuál es tu pregunta para el tema que estas escuchando…”

VICTOR: “Mire a mí me encanta mucho su programa, los felicito pero la verdad es que me cuesta entenderlos sobre todo al señor ése… ¿Tengo que opinar de lo que se está hablando o puedo hablar de cualquier cosa?

 (Algo nerviosos los floreados invitados, sonreían e intentaban acomodarse en su silla)

MODERADOR: “Sí Victor, tienes que opinar de lo que estamos hablando… por favor…”

VICTOR: “ Mire, a mí me gusta harto el programa… pero trato de entenderlos y ná… pa’ otro día le hago las consultas…”

MODERADOR: “¿Quieres que hablemos más fácil?” El moderador sonríe comprensivo, mirando a los invitados con cierta complicidad.

VICTOR: “ Sí…”

MODERADOR: “Vamos a hacer el esfuerzo…” El moderador sonríe nuevamente e intenta controlar esta situación que podría escaparse en cualquier segundo.

VICTOR: “ Bueno sí, que sea más al alcance de uno, como se dice vulgarmente: con peras y manzanas… eso de la vida y entender que pasa con nosotros. Mire, cuando yo estaba en el colegio escuché de una bruja que le echó aguas contaminadas al agua que tomaba el pueblo – creo que es un cuento árabe – entonces todos quedaron locos menos el Rey, pero el Rey decidió tomar esa agua para quedar igual de loco que todos.
Entonces la pregunta es ¿serán locos los cuerdos o somos nosotros los locos?… o algo así ¿Conocen la historia? ”

El Moderador y la Presentadora, descolocados, intentan hacer de esa extraña situación, media Felliniana, algo natural.

MODERADOR: “Sí Víctor, conocemos esa historia” (todos asienten con la cabeza)

VICTOR: “Pucha, disculpen la interrupción pero es que no cacho ná lo que hablan… me gusta sí el programa…..”

MODERADOR: “Gracias Víctor por la retroalimentación” (todos sonríen)

VICTOR: “Bueno, adiós”

 

Uno de los coaches, el espiritual, toma la palabra y dice que a veces a él le cuesta mucho comunicarse con quienes están en la “primera parte del proceso” y es bueno a veces entregar “pequeños segmentos que entreguen algo más básico” (la arrogancia no tiene límites)

Por su parte el Moderador dijo que fue como un “pequeño tirón de orejas”. Finalmente alguien opinó que había sido un regalo y un llamado a poner los pies en la tierra.
Esto último fue lo más cuerdo que se escuchó.

Lamentablemente ese regalo no lo abrieron y siguieron con lo mismo.

Y fue tan fuerte esa llamada de Víctor, que lo que vino después ya no tenía interés; no seguí la transmisión. Era imposible no reflexionar en ese encuentro casual y brutal entre Víctor y esa élite que se escucha a sí misma mirándose al ombligo y morando en un lugar del Olimpo lejos de la gente, en un contexto tan hermético, que solo ellos entienden, si es que entienden.

Para estar al servicio de la gente, es necesario beber y vivir como como la gente. Eso es lo que se entiende del mensaje de este cuento del Rey que contó Víctor.

 

EL REY SABIO

 

Cierta vez hubo un rey poderoso y sabio que gobernaba en la lejana ciudad de Wirani. Temido por su poderío y amado por su sabiduría.

En esos tiempos, en el corazón de la ciudad había un manantial cuya agua era fresca y cristalina, del que bebían todos los habitantes, aún el rey y sus cortesanos, pues allí no había otro manantial.

Una noche, cuando todos dormían, una bruja entró en la ciudad, y vertió siete gotas de un extraño líquido en el manantial, diciendo: «Desde este momento aquél que beba esta agua se transformará en loco.»

A la mañana siguiente, todos los habitantes, excepto el rey y su señor ministro, bebieron del manantial y se transformaron en locos, como predijera la bruja.

Y durante todo aquel día el pueblo en las angostas calles y en las plazas del mercado no hacía otra cosa que murmurar entre sí: «El rey está loco. Nuestro rey y su señor ministro han perdido la razón. No podemos ser gobernados por un rey loco. Debemos destronarlo.»

Aquella tarde, el rey ordenó que llenaran una copa de oro con agua del manantial. Una vez traída, bebió y dio de beber a su señor ministro.

Y todos se regocijaron en aquella distante ciudad de Wirani, pues su rey y su señor ministro habían recobrado la razón.

 

 

«Los gobernantes deben vivir como vive la mayoría
y no como vive la minoría».
José Mujica

 

Salud!

 

Acerca de Jorge Olalla Mayor

Publicista, Director Creativo, Coach Ontológico
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Una respuesta a Coaching de ombligo y el cuento del Rey

  1. Sol dijo:

    Excelente!

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