¿Los fenómenos anómalos… tienen explicación?

Publicado por Jorge Olalla Mayor el 15/05/2008 a las 17:26

De tantas distinciones maravillosas que hemos incorporado a nuestra vida de coaches, la que se refiere a fenómeno y explicación  tiene para mí un lugar especial.

Fenómeno es cualquier cosa que observamos o que sucede. Explicación es la interpretación que tenemos de ello de acuerdo al observador que somos. Generalmente cuando explicamos un fenómeno olvidamos que esa explicación es sólo nuestra.

Cuando hablamos de fenómenos nos referimos a aquellos hechos que están en el marco de nuestra comprensión, de nuestra cultura pero ¿que sucede cuando el fenómeno es anómalo?, es decir que éste escapa a nuestra comprensión y no sabemos cómo explicarlo.

Cuando nos enfrentamos a un fenómeno anómalo cualquier interpretación esta teñida con la emoción del miedo, es tal la impotencia de no tener una explicación racional que optamos por negarlo, mistificarlo, subestimarlo o bien dejar su explicación a los Dioses… o a los psiquiatras.

Desde tiempos inmemoriales los cometas, por ejemplo, fueron interpretados como mensajeros del cielo que traían destrucción, guerras o maleficios. Esto no es extraño ya que cada vez que aparecía un cometa en los cielos en la tierra habían guerras, pestes o tragedias, como normalmente ha sucedido durante toda la historia de la humanidad.

Recién en el siglo XVIII surgió una explicación «racional» de los cometas gracias a la prodigiosa intervención del astrónomo Edmond Halley, quien pronostico que el gran cometa del año 1682 volvería en el año 1757. El observó, de acuerdo a testimonios históricos, que cada 76 años aparecía un cometa de iguales características en los cielos de la tierra. Don Edmond no alcanzó a vivir hasta ese año pero su vaticinio fue certero y cambió la interpretación de los cometas, que a partir de entonces fueron declarados cuerpos celestes con órbitas regulares. Se acabó el miedo.

Sin embargo esta suerte de justicia histórica, finalmente conseguida por los cometas, está muy lejos de otros fenómenos anómalos no tan expuestos masivamente. El paso de los grandes cometas de la humanidad era observado por todos los habitantes del planeta, bastaba levantar la mirada y ahí estaba. Otros fenómenos anómalos no tienen esa suerte y sólo son observados por algunas personas y para peor nadie, es decir ninguna autoridad, los ha declarado como verdaderos, de tal modo que estos fenómenos y sus testigos conviven en una nebulosa de fantasía, mentiras y verdades.

Lo que conocemos como el fenómeno OVNI es lejos el más famoso entre lo que es anómalo, el más comentado, el más vapuleado y el más contaminado. Cuando hablamos de esto todo es verdad y todo es mentira, no hay término medio, dudo que exista un fenómeno con más explicaciones que éste y de más larga data. Los OVNIS han acompañado a los humanos durante toda su existencia y cuando nos sumergimos en esta historia puede resultar tan apasionante como ingrato. Si ustedes conocen a algún Ufólogo o Ovnílogo como los llaman, entenderán de lo que hablo.

Durante un par de años estuve rendido a esta especie de fascinación y en el marco de un proyecto para la televisión viajé a Mexico, específicamente a Tepoztlán, un valle lleno de magia que es una especie de hermano del Valle de Elqui.

Allá estuve entrevistando a Carlos Díaz, un verdadero personaje, considerado como el contactado más famosos de Mexico y por supuesto el más polémico. Hay quienes afirman que la historia de Carlos es tan sincera como asombrosa. Otros que es un burdo fraude y su autor un mitómano.

La historia de Carlitos tiene 2 partes y la resumo brevemente:

Carlos Díaz tiene más de 400 fotos espectaculares de un tipo de naves llamadas «OVNIS de plasma» junto con una colección de videos de estas naves sobrevolando los cielos de Tepoztlán (me regalo algunas fotos y videos que aún conservo). El es fotógrafo profesional y todo este material lo ha conseguido durante más de 16 años desde que tuvo su primer contacto visual en los cerros de ese Valle, lo cual según afirma, le cambió la vida para siempre.

La otra parte de la historia es más sorprendente aún. Carlos Díaz dice mantener contactos con la civilización extraterrestre que habita los OVNIS en cuestión. Esta civilización mantiene una base en Tepoztlán y adoptan los rasgos humanos para mezclarse con nosotros.

En Tepoztlán todos lo quieren y respetan y nadie duda de su historia porque todos han visto estos ovnis, aunque nadie tiene fotos como las de Carlos ni  videos, tampoco se han contactado.

Estuve 3 días con él y grabé en video una extensa entrevista donde hace un relato completo de toda su aventura desde el principio hasta la fecha de la entrevistas (9 años atrás).

 Carlos Díaz, el famoso contactado mexicano y su entrevistador durante un brake.

Sin cuestionar su veracidad les puedo asegurar que la historia es perfecta, insólita y muy entretenida. Yo se la compré sin reparos. Carlos la cuenta de corrido como si la hubiera aprendido de memoria (tal vez de tanto contarla en programas de TV y entrevistas en varias partes del mundo). No les contaré más sobre la historia porque si les interesa, en Youtube la pueden encontrar donde la relata para un programa de TV en U.S.A. Lo curioso es que hace poco lo vi en Youtube y la historia que el cuenta ahí es exactamente igual a la que me relató a mí. Y cuando digo igual me refiero a las mismas frases, la misma continuidad, los mismos gestos, las mismas exactas palabras que yo grabé hace 9 años. Si pusiéramos en sincronía ambos relatos grabados (el mío y el del programa) coincidirían perfectamente como si fuera uno sólo.

 Los OVNIS de Tepoztlán.

Los Ovnis de plasma de Tepoztlán, México.

Después de todos estos años y con la mirada que ofrece el coaching me pregunto: ¿Cómo hubiera sido esa entrevista?, ¿Qué hubiera sucedido si Carlos hubiera sido mi Coachee?, ¿Le hubiera comprado la historia?.

Hace poco revisé el material de aquella época y lo vi todo diferente. Vi a un personaje preso en su historia, con su alma cerrada y sus emociones contenidas, colmado de ansiedad y de angustia, clamando por un espacio de reflexión que le permita reencontrarse con su verdadero ser, ese que perdió el día que tomó su primera foto.