Un día con el Demonio, con Dios y una lata de atún

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Fui donde mi amigo George, que vive a unas cuadras de mi casa, aproveché de sacar a Max a pasear, le puse su correa y nos fuimos.

Al regresar íbamos caminando por la vereda de una calle y de repente una mujer salió de una casa a barrer las hojas. Olvidó cerrar la puerta y desde ahí apareció un perro mostrando los dientes y su mal humor.

Le dije a la señora que por favor tomara a su perro antes que se lanzará sobre Max.

Fue inútil, el perro rabioso estaba frenético y atacó a mi perro por la espalda. Yo intentaba separarlos tirando de la correa pero también estaba aterrado de que ese monstruo me atacara.

Un vecino lo tironeó de las patas y en ese segundo tomé el escobillón de la señora y le acerté un escobillonazo en plenas mandíbulas y luego otro en pleno hocico. Quedó algo atontado y salí raudamente del lugar.

Rechacé la sola idea de un procedimiento municipal.

Caminando a mi casa agradecí a Dios de que Max es lobo y tiene ese pelaje que lo protegió de las feroces mandíbulas de esa fiera

También me pregunté: ¿Por qué me pasa eso a mi? ¿Porqué atraigo eso a mi vida? Yo sólo quiero atraer cosas buenas.

Cuando llegábamos a mi casa veo a una persona muy humilde tocando el timbre. Me detengo a unos metros de él y le pregunto: ¿qué desea?

Me dice, con una expresión simpática, que “si tengo algo que darle para comer” Le respondo pidiéndole que se vaya porque en este barrio desconfiamos de los desconocidos.

Lo aceptó resignado y de repente giró su cara hacia mí y con una expresión de esperanza me preguntó: ¿Y una latita de atún?

¿tienes hambre verdad? Le pregunté lo obvio.

Me respondió con un gesto de impotencia.

Espere aquí que voy a ver….. le dije, mientras entraba a mi casa.

Busqué en la despensa y justo había una lata de atún. Me dio mucho gusto haberla encontrado. Le agregué un pan y una servilleta, y volví a donde él estaba.

Lo miré a los ojos y le dije:

“Hace unos minutos

me visitó el demonio y atacó a mi perro, y ahora me visita Dios para ayudarte”

El sonrío y dijo:

“El Demonio hace estas jugarretas”

Disfrútalo, le dije sonriendo.
Iba feliz.

Acerca de Jorge Olalla Mayor

Publicista, Director Creativo, Coach Ontológico
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