Una historia de Mobbing

Relato de Jorge Olalla Mayor

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LA HISTORIA DE  FLORENCIA

«En menos de una hora Florencia se quedó en la calle, con un sobre, sin su trabajo, humillada, angustiada y herida en su dignidad»

Era un día lunes cualquiera y Florencia no esperaba que este día pudiera ser especial… y menos que la iban a despedir. A pesar de las dificultades que estaba teniendo en su relación con Claudia, la nueva Gerente, estas aún no le parecían razones suficientes para algo así. Además, ella llevaba 3 años en la empresa y todos los años era reconocida por su notable desempeño profesional.

Aunque Florencia desde hacía unos 4 meses estaba sufriendo en su trabajo, aún no se daba cuenta de que era víctima de Mobbing, es decir de una acción concertada para obligarla a renunciar.

Como era costumbre, durante sus 3 años en la empresa, ella llegó ese lunes a las 8:30  a preparar el día y luego un merecido café.

Alas 9:00  mientras llenaba su taza, se acercó Andy, la saludó y le dijo que lo acompañara, que necesitaba hablar con ella. Florencia lo siguió y de repente se dio cuenta que Andy se dirigía a la puerta de salida y que esa conversación sería en la calle.

Mientras caminaban en la calle recorriendo la plaza que había frente a la empresa, Andy sin mucho preámbulo o “generación de contexto” le informó que había sido despedida de la empresa. Esto se lo comunicó de la mejor manera que un joven recién contratado puede hacerlo, al despedir a una persona que apenas conoce, mayor que él y quien además sabe a la perfección todo lo que el necesitará aprender. En rigor, Andy estaba despidiendo a quien en realidad debería haber sido su maestra.

Andy era un joven profesional que había sido contratado recientemente como asistente del también nuevo – y malhumorado – jefe comercial. Le encargaron la misión de despedir a quien, seguramente, era la mejor vendedora que ha tenido la empresa: eficiente, honrada y responsable. Florencia amaba su trabajo y eso se notaba en la forma de vender y atender a los clientes. Su entusiasmo era admirable. Ni la Gerente ni el – malhumorado – jefe Comercial tuvieron coraje para hacerlo; entonces usaron a Andy.

¿Por qué Andy aceptó algo así? Esa es una pregunta que a lo mejor algún día el mismo se hará.

Luego de despedirla, Andy la acompañó gentilmente a la oficina, a esa oficina que ella recién “había dejado de ocupar”, para que tomara sus pertenencias. Le dio un pen-drive para que sacar la información personal del computador y luego borrara los archivos. Todo esto Florencia lo hizo ante la atenta y desconfiada mirada de Andy. Luego la acompañó nuevamente a la puerta de salida y al despedirse le entregó un sobre con su finiquito, un papel lleno de términos legales y una fecha para ir a la notaría a firmar y recibir su cheque. Al mismo tiempo que esto sucedía, la Gerente, había reunido al resto de los funcionarios para informarles del despido de Florencia “su perfil no calza para los nuevos desafíos que vienen” diría con solemnidad,  justificando así la decisión que, según les dijo, “el propio dueño había tomado”.

Cuando Florencia se estaba retirando “casualmente” apareció Claudia, la Gerente, quien se le acercó, le tomó las manos (Claudia lucía muy «afectada») y le dijo: “No sabes cuánto dolor nos ha causado esta decisión. Por favor ven a visitarnos cuando quieras, esta es tu casa, no lo olvides”, se dio media vuelta y se fue con una sonrisa de triunfo. Ahora la Gerente lucía radiante y empoderada.

El resto de los funcionarios guardó silencio, sabían que era mejor guardar silencio.

Florencia no pudo despedirse de sus compañeros.  El plan de la Gerente funcionó a la perfección y no dejó ni una pausa para que ella reaccionara.

Y fue así como, en menos de una hora, se encontró en la calle  Sin trabajo, sin explicación, sin compasión, después de 3 años trabajando en la empresa.

¿Cómo pudo suceder algo así?

Durante los últimos meses Florencia, sin entenderlo muy bien, estaba siendo víctima de Moobing, acoso psicológico por parte de Claudia y su círculo más cercano. Durante esos meses la Gerente fue cavando poco a poco una fosa para esta funcionaria ejemplar, quien no estaba dispuesta  a ser cómplice de sus malas prácticas y menos de ser parte de sus aduladores. La Gerente decidió eliminarla y para ello se tomó su tiempo.

Primero se encargó de manifestar en las reuniones con su círculo de confianza (sus aduladores)  su “profunda preocupación” por esta eficiente funcionaria a quien notaba muy afectada por los cambios que estaban sucediendo “ha perdido su amor y entusiasmo por el trabajo” decía como lamentándose.

Contrato a una ayudante para Florencia (que en realidad sería quien la sustituiría) y le dio instrucciones para que se capacitara y se pusiera al tanto de su trabajo y que también la vigilara.

Luego iría aumentando la dosis: “Florencia está muy negativa y desconfía de todo. Está estresada y necesita descansar”.

Florencia dejó de participar en las reuniones y ese inconfundible entusiasmo que siempre tenía se transformó en angustia e impotencia. Sin que Florencia lo solicitara, la Gerente  le dio vacaciones “Te noto estresada y creo necesitas descansar, toma tus vacaciones y aquí todos te estaremos esperando”

Durante su ausencia se encargó de hacer notar que la falta de Florencia no afectaba el normal funcionamiento de la empresa (algo parecido a decir que ella no era necesaria)

A su regreso Florencia ya no tenía la misma oficina. La habían trasladado a otro lugar más alejado del centro de la actividad de la empresa. Sus responsabilidades habían sido repartidas en dos nuevos integrantes del equipo de la Gerente quien, por supuesto, seguía lamentándose: “He ido perdiendo la confianza en Florencia, algunos clientes se han quejado y me parece que esto no puede seguir sucediendo, etc.”  Todo esto lo decía con un tono de víctima sobrecogedor y una vocecita que apenas se escuchaba.

Por supuesto que Florencia recibía el impacto de lo que estaba sucediendo. Su bandeja de correos cada día estaba más vacía y ya no era invitada a las reuniones. Su autoridad y liderazgo poco a poco eran pisoteados, la Gerente cada vez se comunicaba menos con ella y la relación se tornaba tan poco confiable como insoportable. Sus compañeros de trabajo la evitaban, ellos intuían que juntarse con ella les podría acarrear problemas con la Gerente.

Su orgullo y su dignidad eran aniquilados sistemáticamente.

Los profesionales nuevos que se estaban incorporando a la empresa eran advertidos acerca de “los problemas que había con Florencia”.

Florencia comenzó a sufrir, llegaba nerviosa a su casa, ya no contaba esas historias divertidas de su trabajo a su familia. Comenzó a preocuparse y luego a atemorizarse. La sola idea de quedar sin su trabajo la aterrorizaba.

Intentó hablar con la Gerente, le manifestó su preocupación, le pidió que le dijera si tenía algún problema con ella y todo fue inútil. La Gerente le pidió que cualquier problema lo hable con el jefe comercial contratado y que ahora tenía a cargo esa área. Agregó además, que estaba demasiado ocupada para atenderla.

Florencia habló con el nuevo jefe de su área (el mal humorado) y este le dijo. “Lo que tú hayas echo antes no me interesa, ahora vas a hacer lo que yo diga ¿te queda claro?

Hasta que llegó el golpe final.

La Gerente y su círculo cercano le pidieron una reunión al dueño para informarle de “esta desagradable situación que nos tiene sin saber qué hacer”. Y es así como esta querida y eficiente vendedora se transforma en una persona non grata también para el dueño. Todo esto sin que jamás este hable o se reúna con ella. Al final el dueño recibió la opinión de la Gerente  apoyada por todo su equipo. Todos aprobaban moviendo la cabeza los argumentos que daba la Gerente para tomar esta “dolorosa decisión que ella jamás hubiera querido a no ser por el desequilibrio psicológico e incompetencia en que estaba Florencia”.

Cuando Florencia llegó a su casa y le contó a su familia lo que le había sucedido, sus ojos estaban brillosos, la indignación y la angustia la tenían atrapada. Sus emociones iban desde la tristeza, la rabia a la impotencia. Estalló en llanto.

Pasaron los días y las semanas y Florencia nada hizo. No reclamó, se quedó con toda esa basura en su cuerpo. Con todos los logros, los elogios, el reconocimiento y felicitaciones que ella acostumbraba a recibir, incluso del dueño de la empresa, su autoestima se había derrumbado.

Y así fue que ahora Florencia ya no está en la empresa y esa Gerente inescrupulosa sigue abusando; ahora más empoderada y a la caza de otros funcionarios “no confiables” que tiene en la mira.

Lo insólito es, que esto no ocurre en una fábrica de tornillos, esto ocurre en una empresa que imparte cursos de capacitación a organizaciones con problemas de convivencia. Ellos – aunque parezca increíble – enseñan a conversar, a respetar, a escuchar, a colaborar, a trabajar en equipo, a cuidarse…en fin, a vivir una buena vida.

Florencia nunca reclamó

Si ella se hubiera informado y preparado, hubiera enfrentado este abuso y a sus abusadores. En vez de ser una víctima se hubiera transformado en protagonista. A lo mejor igual se hubiera tenido que ir pero con su dignidad y auto estima intacta.

Florencia ni siquiera entendía lo que le estaba pasando, no tenía la distinción de Mobbing, por lo tanto no sabía por qué a ella le estaba sucediendo todo eso, ni porqué estaba sufriendo tanto en su trabajo. Al igual que tantas otras víctimas de Mobbing, se culpaba y fue prisionera del miedo. Perder su trabajo era una posibilidad que la aterraba, los abusadores lo sabían y jugaban con eso.

Algo de historia para conocer el concepto de Mobbing:

(De un Informe Laboral publicado por la Dirección del Trabajo)

 

Etimológicamente, el término mobbing deriva del vocablo inglés mob, que significa, entre otras acepciones, acosar, asediar o atacar en grupo, y del latín mobile vulgus, que se traduce como “multitud, turba, muchedumbre”.

Los primeros estudios del tema no provienen del área de las ciencias jurídicas o sociales, sino que fueron realizados, en la década del 60 del siglo pasado, por Konrad Lorenz -etólogo de nacionalidad austriaca- quien constató que, en ciertas especies de animales, los individuos débiles de un grupo podían formar alianzas para atacar a los más fuertes.

Veinte años después, el psicólogo alemán Heinz Leymann utilizó el término para denominar un tipo de violencia que surge en los lugares de trabajo, al que define señalando que:

Psicoterror o Mobbing en la vida laboral conlleva una comunicación hostil y desprovista de ética que es administrada de forma sistemática por uno o unos pocos individuos, principalmente contra un único individuo, quien, a consecuencia de ello, es arrojado a una situación de soledad e indefensión prolongada, a base de acciones de hostigamiento frecuentes y persistentes (definición estadística: al menos una vez por semana) y a lo largo de un prolongado período (definición estadística: al menos durante seis meses). Como consecuencia de la alta frecuencia y larga duración de estas conductas hostiles, tal maltrato se traduce en un enorme suplicio psicológico, psicosomático y social”.

Marie France Hirigoyen, experta en el tema, lo explica como:

Toda conducta abusiva (gesto, palabra, comportamiento, actitud…) que atenta, por su repetición o sistematización, contra la dignidad o la integridad psíquica o física de unas persona, poniendo en peligro su empleo degradando su ambiente de trabajo.

Agrega que:

Sea cual fuere la definición que se adopte, se trata de una violencia en pequeñas dosis, que no se advierte y que, sin embargo, es muy destructiva”.

En la doctrina nacional, el acoso laboral o Mobbing es entendido por los abogados Sergio Gamonal y Pamela Prado como:

“El proceso conformado por un conjunto de acciones u omisiones, en el ámbito de las relaciones laborales públicas y privadas, en virtud de las cuales uno o más sujetos acosadores crean un ambiente laboral hostil e intimidatorio respecto de uno o más acosados, afectando gravemente su dignidad personal y dañando la salud del o los afectados con miras a lograr distintos fines de tipo persecutorio


Si tú eres víctima de Mobbing, acoso psicológico laboral:

RECLAMA Y DENUNCIA

El Mobbing o abuso laboral, es una práctica que está considerada en la ley   N° 20.607 del Código del Trabajo que sanciona el Acoso Laboral o Mobbing.


“Nadie podrá hacerte sentir inferior

sin tu consentimientos

Eleanor Roosevelt