La historia de Marisol

HISTORIAS ORGANIZACIONALES PERVERSAS

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“El origen de todos los males es la Codicia”

André Maurois

 

Marisol era una buena mujer. Una mujer honesta y eficiente. En realidad Marisol era una mujer honrada. Estaba separada y vivía con sus hijos.

Llegó a trabajar a una empresa de servicios gracias a  su amigo Tomás, uno de los ejecutivos que la conocía. Su cargo sería el de asistente de finanzas.

Durante un año, Marisol puso toda su alma a este trabajo que logró encantarla. Llegaba temprano y se iba muy tarde, generalmente seguía trabajando en su casa. Las finanzas de la empresa estaban desordenadas y ella no descansó hasta darles un cierto orden y conocer su manejo.

El Gerente de Finanzas  estaba más preocupado de dedicarse a las ventas, con lo cual ganaba comisiones aparte de su sueldo, y poco a poco fue descuidando esa área. Marisol se transformó en una pieza imprescindible para la empresa y sobre todo para el Gerente de Finanzas.

Marisol tenía un sueldo modesto que no aumentaba a pesar de las responsabilidades que iba adquiriendo.

Un día, la Gerente General de la empresa renunció a su cargo. Las diferencias que tenía con el dueño, se fueron acrecentando con el tiempo hasta que la confianza en ella se quebró irremediablemente. Se fue en buenos términos y antes de irse sugirió fervientemente que Tomás se quedara en su cargo.  Tomás era su colaborador de confianza y su fiel servidor. Ella lo había contratado.

El dueño de la empresa, que era tan brillante como bien pensado, aceptó con agrado la elección y así Tomás se transformó en el flamante Gerente General de esta importante empresa de servicios.

Tomás era un leal servidor (de aquella gerente) pero sus conocimientos de gestión empresarial eran nulos. Era titulado de profesor de geografía, profesión que nunca ejerció. Entró a la empresa como ejecutivo de ventas y con esfuerzo y no menos astucia llegó a ser el brazo derecho y hombre de toda confianza de la Gerente renunciada.

En la empresa hubo sorpresa en un comienza, pero al final todos estuvieron de acuerdo en que él podía ser el Gerente y no constituía una amenaza para nadie, Tomás prácticamente había sido aprendiz de todos ellos.

Tomás no lo podía creer, su ego no cabía en su humanidad y durante algunas noches no durmió soñando en lo bueno que había sido el Universo con él. Se imaginaba en reuniones, viajando y siendo considerado y respetado.

Lamentablemente sus emociones aterrizaron en la arrogancia, creyó erradamente que su cargo además le regalaba sabiduría y poder por decreto.

Al igual que el Gerente de Finanzas, descuidó totalmente la gestión propia de un Gerente General. Tomás siguió vendiendo, con lo cual se pagaba comisiones aparte de su buen sueldo, viajando y usufructuando de los beneficios que le daba su nuevo estatus. Además como Gerente se asignaba los mejores clientes.

Y así Marisol se hizo aún más imprescindible.

Ella manejaba todos los movimientos financieros de la empresa y lo hacía sola. No pedía ni quería ayuda. Sin ser nombrada oficialmente se transformó en la virtual Gerente de Finanzas, ya que quien tenía ese cargo renunció para dedicarse exclusivamente a las ventas.

Tomás viajaba constantemente;  algunos viajes los inventaban y se iba a relajar a alguna playa del Caribe. La empresa tenía filiales y siempre había una excusa que justificaba la presencia del Gerente General, entonces éste partía y recibía sus merecidos viáticos. No le rendía cuentas a nadie.

El Presidente de la empresa estaba demasiado ocupado con otras empresas para ocuparse de controlarlo. Su confianza era total.

Después de sus viajes, y como era usual, Tomás traía divisas del extranjero, producto de las ventas. Algunos clientes pagaban en efectivo  y ese dinero lo recibía Marisol. Ella lo cambiaba a moneda nacional y lo depositaba en la cuenta de la empresa.

Un día revisando las cuentas Marisol notó que el dinero entregado por Tomás no correspondía a la información que el cliente le había reportado  en un informe, la diferencia era moderada pero la dejó pensativa.  Al final no quiso preguntar y arregló la rendición para que cuadrara.

Esto marca el comienzo de una práctica que definiría los destinos de la empresa. En algún momento, en algún segundo, en algún instante, cruzó en la cabeza de Tomás la idea de sacar algo de ese dinero, sólo un poco  “sé que no está bien pero me lo merezco”, esa fue exactamente le reflexión que tuvo y que finalmente le cambiaría  la vida para siempre.

En ese instante trascendental  un virus se instalaba en el sistema para corromperlo lentamente.

Marisol seguía descubriendo incoherencias en las rendiciones de Tomás y las diferencias en los dineros  que recibía eran cada vez mayores. Tomás también usaba la Tarjeta de crédito de la empresa para gastos personales.

En esta parte de la historia sucede algo de veras curioso. Tomás empezó a darse cuenta que Marisol sabía lo que estaba haciendo. Por su parte Marisol sabía que Tomás  sabía que ella sabía. Y a su vez Tomás  sabía que ella  sabía que él sabía… A pesar de eso nunca lo conversaron, no había ni se pedían explicaciones. Era algo así como un acuerdo telepático que finalmente acomodó a ambos para dejarlo ser.

A Marisol le aumentaron el sueldo. No fue mucho, Tomás cuidaba fieramente el dinero de la empresa, excepto, por supuesto, el que manejaba él. También  le dieron algunos bonos y se le regaló un viaje a un seminario en Ecuador. Ella estaba contenta y sentía que la reconocían.

Marisol, que era una buena persona, sin quererlo,  se había hecho cómplice de una situación que era, por decir lo menos irregular.

Era tanto el trabajo que acumulaba Marisol que un día no le alcanzó el tiempo para hacer la rendición de la caja chica, es decir de aquel dinero para los gastos menores semanales de la empresa. Tampoco pudo hacerlo con las rendiciones posteriores y luego de un par de meses se dio cuenta que Tomás  nunca le pedía la rendición de la caja chica, es decir nadie la controlaba. Se daba por hecho que todo estaba bien. Su imagen de confianza era absoluta.

A partir de esa reflexión Marisol no tuvo inconveniente en tomar un poco de dinero de la caja chica para unas compras que hizo en el supermercado. “sé que no está bien, pero me lo merezco” fue lo que pensó. Esa práctica se transformo en algo habitual.

Y así comenzaron a pasar algunos mese hasta que se realizó el balance de ese año que como todos los años se debe hacer para el Servicio de Impuestos Internos. Este balance lo realizó, como siempre, una empresa contable externa y por primera vez en todos los años, arrojaba una pérdida de dinero apreciable e inexplicable.

Era tan difícil de cuadrar el balance por la documentación faltante y la dificultad de acreditar los dineros en efectivo, que al final Tomás le sugirió al contador externo que “cocinara” el balance, es decir arreglarlo de alguna forma. Así se hizo.

El contador externo siguió las instrucciones del Gerente General ya que tampoco quería meterse en líos. “No está bien lo que estoy haciendo, pero es lo que me piden”pensaba.

El recibía buenos honorarios por su función y no tenía interés en arriesgarlos.

Esto mismo sucedió durante casi 3 años. Tomás se había comprado 5 propiedades y una parcela, sus vacaciones las pasaba con su familia en Europa.

El dueño de la empresa comenzó a inquietarse, notaba que algo andaba mal. A pesar de los optimistas  reportes del Gerente General, las ventas habían caído a un nivel muy bajo. Decidió contratar a un Gerente de Ventas a pesar de la resistencia de Tomás.

Luis, el flamante Gerente de Ventas, era de toda la confianza del dueño.

Tomás, que era muy astuto, se las ingenió en un principio para desencantarlo imponiendo su autoridad y dejándolo aislado de toda información. Esto provocó justamente lo contrario ya que Luis le reportó al dueño algunas irregularidades que estaba observando y le advirtió que si él no contaba con el apoyo y la colaboración del Gerente General, se iba.

El dueño le exigió a Tomás que entregue toda la información solicitada por Luis y que lo apoyara en su gestión.

Unos días después Tomás renunció lamentándose de que ya no tenía la confianza del dueño.  Cuando renunció pidió que en virtud de sus servicios a la empresa lo indemnizarán igual a como si lo hubieran echado, ya que su situación económica quedaba en serios riesgos y no sabía qué le depararía el futuro. Sus palabras sonaron como un ruego. Tomás era muy astuto y había perdido completamente su dignidad. En esa reunión estaba el dueño y el Gerente de Ventas (quien sería nombrado Gerente General).

Lo indemnizaron.

Tomás literalmente huyó.

Mientras tanto Marisol, que de la caja chica había pasado a la caja grande,comenzó a apropiarse de dineros que se pagaban en efectivo de las ventas y de repente comenzó a entrar en pánico. El nuevo Gerente comenzó a observar el desorden  financiero que había y le pidió rendiciones de los pagos y egresos del último año. Marisol una y otra vez se las ingenió para no cumplir esa orden. No tenía cómo justificar  los robos que estaban sucediendo,

Su relación con el Gerente se ponía cada vez más crítica.  Marisol comenzó a vivir una verdadera pesadilla, casi no podía dormir.

Un día llegó en la mañana y le pidió una reunión al Gerente. Estaba desencajada y se puso a llorar. Le presentó una licencia médica por stress y le habló de la cantidad de trabajo que tenía, la presión que él estaba ejerciendo en ella y que además tenía graves problemas con sus hijos. Es así como estuvo más de un mes sin ir a trabajar. Cada semana enviaba una nueva licencia médica.

En su ausencia el nuevo Gerente General pudo darse cuenta de serias irregularidades en las finanzas que mostraban una cifra enorme de dinero “desaparecido” sin justificación alguna. Decidió que la única manera de aclarar eso será con una auditoría de los últimos 3 años.

A Marisol era casi imposible contactarla, no atendía el teléfono y cuando lo hacía gritaba descontrolada que la dejaran descansar, que tenía licencia.

Finalmente apareció y se reunió con el Gerente. Le dijo que estaba muy mal, que el problema con sus hijos era muy grave y que había decidido dedicarse a ellos. Sorpresivamente sacó de su bolso un documento notarial con su renuncia voluntaria. No pidió indemnización y se retiró rápidamente, llorando, por supuesto.

De ella ni de Tomás jamás se supo. Ambos quedaron marcados por el juicio de corruptos, fundado en las evidencias que dejaron.

La empresa estuvo a punto de quebrar y gracias a la férrea voluntad y entusiasmo de Luis, ésta pudo sobrevivir y hoy goza de buena salud.

Todo, absolutamente todo hubiera sido diferente si se hubiesen respetado los valores. Tomás y Marisol  aún estarían en esa empresa gozando de una buena vida.

“Para la mayoría de los hombres, el problema no es apuntar alto y fallar. 
El problema es apuntar bajo y acertar”

MIGUEL ANGEL BUONARROTI