Dice la leyenda que el canto de las Sirenas era tan bello, tan dulce y melodioso que nadie podía evitar someterse en lenguaje, cuerpo y emociones a su infinito encanto. Estas increíbles, talentosas y perversas criaturas conocidas como Sirenas, seducían a los marineros con su canto y los arrastraban al infortunio y a la muerte.
Sólo se conoce a una persona que, aun escuchando esos irresistibles cantos, logró milagrosamente zafar y sortear el encanto.
Esa persona fue el Rey Ulises quien, conociendo la leyenda y navegando en zonas cercanas a la morada de estas ninfas poderosas e insaciables, ingenió un plan para salvarse. Ordenó a todos sus marinos que se taparan los oídos con cera durante toda la noche; lo que él no hizo, para así no privarse de escuchar esos cantos divinos, entonces se amarró al mástil de la embarcación y ordenó que pasara lo que pasara no lo soltarán.
Y así fue.
El Rey Ulises es la única persona que escuchó el canto de las Sirenas y vivió para contarlo.
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Esta leyenda de la Mitología Griega nos muestra al ser humano expuesto en sus debilidades y tentaciones, a un poderoso atractor que es la seducción.
En nuestra realidad, como personas y seres humanos, durante toda nuestra vida hemos estado seducidos por el canto de Sirenas; en la religión, en la filosofía, en las ideologías, en las disciplinas, en nuestras creencias. Es tal el encanto que nos provoca aquello que conocemos y nos asombra que podemos llegar fácilmente a no escuchar nada que no sea exactamente igual a lo que estamos creyendo.
Desde hace un tiempo el fundamentalismo, el fanatismo y la ira, son una combinación que nos está dominando como país, en lo político y en lo generacional. Nos estamos aproximando a una fecha en que nos vamos a enfrentar nuevamente en 2 opciones: SI y NO, y lo estamos viviendo como si fuera una guerra civil.
Hasta esa fecha será bueno colocarse cera en los oídos o bien amarrarse a un árbol como Ulises, si es que la curiosidades fuera mucha.
Será bueno no sucumbir ni dar oídos a los cantos de Sirena que ya se escuchan y son muchos. Reflexionar y descubrir lo que realmente deseamos, lo que se identifica con nuestros valores, lo que sentimos que es más seguro y más justo para cada uno, para la familia y para nuestro amado país.