¿Eres capaz de soltar?

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La pregunta se refiere a soltar, desprenderse, ignorar o botar ese pensamiento negativo y permanente que te tiene atrapado y consume casi toda tu energía.

Una de las fuertes barreras que se oponen a soltar, son las reflexiones de justicia y también las reflexiones que remecen la dignidad.

“No puedo permitir que esto quede impune…»

“Fui engañado por quienes yo quería y confiaba, no puede quedar así…”

“Por una cuestión de dignidad, debo dar la batalla hasta que se repare el daño…”

Esta y otras reflexiones son recurrentes en quienes son calificados sarcásticamente como “resentidos”, como si estar resentido fuera una enfermedad que exime a los abusadores de cualquier explicación o reparación.

El estar resentido tiene mucho que ver con haber sido abusado física o psicológicamente, esa tortura casi transparente que sufren los más débiles, los más ingenuos, los más nobles. El abusador cumple ese rol cuando la víctima es una persona de valores, honrada y veraz. Si no fuera así no se consumiría un abuso.

Vivir el resentimiento como si fuera un pecado es una estupidez que sólo le conviene al abusador, porque cuando más intentamos esconderlo más queda en evidencia el resentimiento que tenemos, por lo tanto hay que asumirlo con dignidad:

¡Sí, estoy re-sentido, re-decepcionado, re-emputecido!

Eso es sano.

Otra barrera para soltar es la incertidumbre ¿Qué voy a hacer después?

Al soltar, literalmente quedamos desocupados, sin esa nube negra que para peor, con el tiempo nos resulta entretenida y se transforma en un partner que hasta lo disfrutamos. El demonio es capaz de cualquier cosa para que seas su esclavo y esos pensamientos negativos – a veces terribles –  son los que lo hacen gozar, como la sangre a los vampiros.

Soltar es un ritual, una decisión que emerge como el último intento de salvarte de una destrucción inminente en que se contamina todo tu pensamiento, tu cuerpo y tus emociones.

No te inquietes si aún no puedes soltar y te parece algo imposible.

Soltar a esa o esas  personas queridas y de total confianza  que se coluden para apuñalearte con absoluta frialdad, y que te dejan en la acera preguntándote ¿Qué fue lo que hice? no es nada de fácil.

Soltarles el cuello en tus pensamientos a quienes abusaron de ti puede ser un inmenso acto de piedad y por eso que es tan difícil: la piedad es un acto de grandeza que equivale al perdón.

Muchos  aconsejan, muchos  dicen “Es inútil, no tiene ningún sentido seguir perdiendo tanta energía en eso. Ciérralo y ciérralo ya, no esperes nada, porque nada bueno llegará de un abusador”.

A pesar de todos esos argumentos, el soltar no es un acto racional, se produce en un impulso interior que explota en la total decisión de sacarse esa pesadilla del alma. El soltar sólo sucede cuando abrimos la posibilidad de que eso termine.

Ese es el primer paso

 

«Acepta. No es resignación. Nada te hace perder más energía que el resistir y pelearcontra una situación que no puedes cambias»

Dalai Lama

Acerca de Jorge Olalla Mayor

Publicista, Director Creativo, Coach Ontológico
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