Sinceramente, nadie quiere ni muchos ni grandes cambios.
Digamos lo que digamos, la famosa zona de confort es como un imán que llama a cuidar lo que tenemos, más que a cambiarlo.
El problema es que esto es difícil de confesar.
No querer cambios es políticamente incorrecto. No querer cambios es propio de reaccionarios, entonces todos hablamos de cambios y cambios… cambios que raras veces llegan y cuando llegan ya nadie los quiere, no conforman a nadie, porque cambiar es una aventura y al parecer son muy pocos lo que realmente quieren embarcarse en nuevas aventuras.
Prometo solemnemente que en mi gobierno:
- Vamos a trabajar para hacer poco, lo que es un poco mejor que nada.
- Se van a emitir un poco menos boletas ideológicamente falsas.
- Vamos a tener un poco menos de justicia y un poco más de sentido común.
- Los culpables van a mentir un poco menos
- Los inocentes van a ser escuchados un poco más
- Los que ganan muy poco van a ganar un poco más
- Habrá un poco menos de asesorías orales.
- Los derechos humanos serán un poco más entendidos.
- Al planeta lo vamos a cuidar un poco más.
- Los líderes de opinión van a ser un poco más consecuentes con lo que ellos dicen que hacen, que es lo que todos pensamos que hacen, pero en realidad nunca lo hacen.
- Los consumidores vamos a ser un poco menos ingenuos y vamos a consumir de a poco, un poco menos.
- Vamos a ahorrar un poco.
- El Padre Gatica va a predicar un poco menos y va a intentar practicar… un poco.
- Los Alcaldes se van a capacitar un poco menos en el extranjero y un poco más en el país.
- Las adulaciones de los aduladores van a disminuir un poco, muy poco, pero algo es algo.
- Los mentirosos van a engañar un poco menos.
- Los fundadores, los pioneros, los autores, los creadores…van a admitir de a poco que todos copiaron un poco.
- En mi gobierno vamos a tener un poco menos de corrupción y un poco más de honradez.
Esto puede parecer poco, pero créanme que es mucho.
Cuando alguien te pregunte ¿Por quién vas a votar?
Respóndeles con orgullo:
voy-a-votar-por-mi