La Honradez es la cualidad de la persona que obra y actúa con rectitud, justicia y honestidad. La palabra, como tal, deriva de honrado, participio del verbo honrar.
¿Has reflexionado alguna vez sobre la honradez?
Si no lo has hecho es comprensible, no es común hacerlo. La honradez la damos por sentada.
Es curioso que siendo seguramente el valor más apreciado en la conducta de los seres humanos, no aparezca en nuestras conversaciones y por supuesto menos en nuestras reflexiones.
Cuando conocemos a alguien, es probable que hagamos muchos juicios de esa persona, menos el de la honradez. Eso nunca se pone en dudas, a menos que exista un prejuicio colectivo y ya tengamos una historia adversa instalada en nuestra cabeza, antes de conocerlo.
La honradez aparece , o mejor dicho: sale de su estado de transparencia, cuando se pierde. Ahí aparece en su lado oscuro y se puede transformar en la peor pesadilla. Perder la imagen de honradez por un acto desleal y/o de corrupción es el juicio negativo más severo que existe, dentro de los límites morales y éticos de nuestra convivencia.
Hay actos aún peores pero todos tienen su origen en algún momento de la vida en la pérdida de la honradez.
La honradez en su sentido contrario, curiosamente no es “des-honradez”, los textos dicen que el antónimo de honradez es corrupción y deslealtad, sí expresan acerca de la deshonra que se relaciona a un juicio público en una nación o en una organización, en la cual se le despoja de la honra a un individuo, juzgado como corrupto y desleal, de acuerdo a juicios fundados.
Por todo esto la honradez como valor, en su contrario se transforma en una especie de pesadilla para quienes la viven. Una pesadilla no sólo para el corrupto, también para la o las víctimas. Claro que ambas pesadillas son diferentes. La víctima tiene caminos de sanación: La justicia es uno, el perdón es otro, ambos conducen a la aceptación y finalmente a la paz
El corrupto también tiene uno y ése camino transita por tres vías:
La confesión
El perdón
La reparación del daño
De no mediar esto, el corrupto sufrirá el juicio hasta el fin de sus días: “Era una buena persona pero… lo pillaron robando”, así lo recordarán. El juicio es tan brutal que trasciende a la propia vida y tiñe de vergüenza a sus seres queridos.
Pero cuando el milagro ocurre y quien cometió un acto de corrupción decide tomar el aparentemente difícil camino de la confesión, de inmediato aparece un valor muy parecido a la honradez: la honestidad, que a pesar de confundirse, no es lo mismo: “confesó lo que hizo… al menos fue honrado”.
Eso ya es suficiente para iniciar el camino del olvido.
Si alguna vez tienes la desgracia de abrirle la puerta a una persona que no tiene honor, lo puedo entender y créeme que puede pasar mucho tiempo antes de que lo descubras, a veces puede ser muy tarde para recuperarse del daño que éste puede provocarte.
Existen, eso sí, algunas distinciones, algunas señales que son características de estos personajes:
A medida que va pasando el tiempo y se suceden sus fechorías ira poco a poco dejando de mirarte a los ojos cuando hable contigo.
Evitan los abrazos y las emociones. Si alguna vez lo abrazas en un momento especial (cumpleaños, año nuevo o espontáneamente) podrás notar la rigidez de su cuerpo.
Mienten todo el tiempo.
¿Qué dicen los textos sobre la honradez?
Si una persona no abandona hacer cosas mientras cree que no hay un mal en ellas, nunca llegará al nivel de la honradez.
(Ibn Maja y Hakim)
La honradez es un valor, así como lo es la honestidad y no es fácil distinguir cuál es la diferencia entre una y otra.
La honestidad (wilkipedia) es : una calidad humana que consiste en comprometerse y expresarse con coherencia y autenticidad (decir la verdad), de acuerdo con los valores de verdad y justicia. Se trata de vivir de acuerdo a como se piensa y se siente. En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo.
Cómo pueden apreciar, la honestidad tiene directa relación con lo que decimos, con lo que interpretamos, con lo que prometemos.
“No pretendas disfrazar tus fechorías con habilidades o mentiras, procura en todo momento, actuar con la verdad, aunque te cueste mucho esfuerza conseguir lo que deseas con tus propios medios.”
Anónimo
Literalmente la honradez, viene de “honor”: un hombre honrado es un hombre de honor.
Si eres pobre, busca desde allí tu felicidad. Si deseas conseguir un objetivo, trázate una meta, trabaja un Km. más, persevera siempre, pero nunca robes. Procura rodearte de personas sanas y de buenos sentimientos. Procura en todo momento ser sincero, justo, veraz y responsable.
La persona honesta siempre dice la verdad. Jamás intervengas donde no te llaman, o donde no estés preparado. Por mas necesidad que se tenga, es preferible ser buen caminante, saber hablar y decir las cosas por su nombre, solicitar lo que se necesita, pedir con cariño y respeto, con todo ello seguro que las puertas se abrirán.
La falta de honradez es una enfermedad letal. No pierdas tu vida, actúa con dignidad.
Finalmente, un hombre de capacidad y honorabilidad comprobada y que merece confianza, es un bien insustituible desde todo punto de vista, porque genera bienestar social, libertad y seguridad, son garantía y un genio real para alcanzar resultados satisfactorios»
El significado particular y privado de la honradez es temer y alejarse de todo lo que merece un castigo, de todo lo que es pecaminoso, ilegal e indeseable.
Se entiende también por honradez el respeto a los bienes ajenos.
Por bienes entendemos no sólo los materiales necesarios para una vida digna, sino también otros bienes, intangibles pero también reales, que necesitamos para el bienestar al que tenemos derecho. Por ejemplo, la buena fama.
Un hombre honrado es el que respeta los bienes de los demás y el que se esfuerza por conseguir, con su trabajo honrado, los bienes que él mismo necesita para vivir y ser feliz.
La honradez, como valor, exige ese respeto a lo ajeno aun cuando las circunstancias pudieran permitir apropiárselo sin consecuencias legales o sociales. El juez más severo de nuestros actos somos nosotros mismos y ha de ser muy triste vivir sabiendo que somos ladrones. Para nosotros los creyentes existe también la conciencia de que Dios exige la devolución de los bienes robados.
La imagen popular del buen ladrón que roba a los ricos para dar a los pobres, no es más que un signo de una revolución siempre buscada, pero jamás alcanzada que impidiera a unos cuantos apropiarse de los bienes que los demás necesitan para vivir. Hoy sabemos que es pecado la acumulación de la riqueza y propiciar la pobreza. Sobre las riquezas acumuladas, decía Juan Pablo II en Cuilapa, Oaxaca, existe una hipoteca social. Y Jesús decía algo mucho más grave: ¡Qué difícil es que un rico se salve!
Un rico católico honrado sería el que entiende sus bienes como algo que Dios le permite tener para administrarlos en bien de sus hermanos. El lujo y la ostentación son un continuo robo a los más pobres.
Con ese sentido social, las leyes justas de un país alientan a los dueños del capital a invertirlo en beneficio de la sociedad y a usar parte de esos bienes en instituciones de beneficencia. El capitalismo carente de humanidad es pecaminoso.
El salario justo será el que permita una vida digna.
¿Cómo se enseña la honradez?
La honradez se enseña con el ejemplo. Un padre de familia que es responsable en su trabajo, aunque no salga nunca de pobre, heredará a sus hijos una riqueza imponderable: su honradez.
Una pobreza digna jamás ha hecho daño a nadie; una riqueza mal habida mina el respeto de los hijos a los padres a quienes verán siempre como a personas deshonestas y sin autoridad moral.
Los niños aprenden en el hogar los límites que impone la propiedad privada. Ellos saben que deben respetar los bienes de los hermanos y, en cambio, saben también que deben compartir esos bienes con los demás miembros de la familia.
Una persona es honrada, cuando concilia las palabras con los hechos, pues es una condición fundamental, para las relaciones humanas, para la amistad y para la auténtica vida comunitaria.
HONRADEZ: Loo-Tsé.y Confucio (siglo VI a de C.)
Esta enseñanza moral se encontraba fundamentada en la piedad filial, que consideraba que debía ser la primera virtud del hombre, base de una vida civilizada, en ella inculcaba virtudes de benevolencia, prudencia, justicia, solidaridad, sentido de conveniencia para formar hombres rectos, respetuosos y virtuosos. La piedad filial, como virtud básica sobre la que se levanta todo el edificio de las demás virtudes, juega en la educación un papel inicial que no podía ser sustituida por otra alguna. En primer término la piedad filial comprende las atenciones que sus hijos deben de tener a sus padres en vida, en segundo lugar pero no menos importante, se refiere a los ritos que debe dedicarle después de su muerte.
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«El origen de todos los males es la Codicia»
André Maurois
Permítanme contarles esta historia.
La historia de Marisol
Marisol era una buena mujer. Una mujer honesta y eficiente. En realidad Marisol era una mujer honrada. Estaba separada y vivía con sus hijos.
Llegó a trabajar a una empresa de servicios gracias a su amigo Tomás, uno de los ejecutivos que la conocía. Su cargo sería el de asistente de finanzas.
Durante un año, Marisol puso toda su alma a este trabajo que logró encantarla. Llegaba temprano y se iba muy tarde, generalmente seguía trabajando en su casa. Las finanzas de la empresa estaban desordenadas y ella no descansó hasta darles un cierto orden y conocer su manejo.
El Gerente de Finanzas estaba más preocupado de dedicarse a las ventas, con lo cual ganaba comisiones aparte de su sueldo, y poco a poco fue descuidando esa área. Marisol se transformó en una pieza imprescindible para la empresa y sobre todo para el Gerente de Finanzas.
Ella tenía un sueldo modesto que no aumentaba a pesar de las responsabilidades que iba adquiriendo.
Un día, la Gerente General de la empresa renunció a su cargo. Las diferencias que tenía con el dueño, se fueron acrecentando con el tiempo hasta que la confianza en ella se quebró irremediablemente. Se fue en buenos términos y antes de irse sugirió fervientemente que Tomás se quedara en su cargo. Tomás era su colaborador de confianza y su fiel servidor. Ella lo había contratado.
El dueño de la empresa, que era tan brillante como bien pensado, aceptó con agrado la elección y así Tomás se transformó en el flamante Gerente General de esta importante empresa de servicios.
Tomás era un leal servidor (de aquella gerente) pero sus conocimientos de gestión empresarial eran nulos. Era titulado de profesor de geografía, profesión que nunca ejerció. Entró a la empresa como ejecutivo de ventas y con esfuerzo y no menos astucia llegó a ser el brazo derecho y hombre de toda confianza de la Gerente renunciada.
En la empresa hubo sorpresa en un comienza, pero al final todos estuvieron de acuerdo en que él podía ser el Gerente y no constituía una amenaza para nadie, Tomás prácticamente había sido aprendiz de todos ellos.
Tomás no lo podía creer, su ego no cabía en su humanidad y durante algunas noches no durmió soñando en lo bueno que había sido el Universo con él. Se imaginaba en reuniones, viajando y siendo considerado y respetado.
Lamentablemente sus emociones aterrizaron en la arrogancia, creyó erradamente que su cargo además le regalaba sabiduría y poder por decreto. Al igual que el Gerente de Finanzas, descuidó totalmente la gestión propia de un Gerente General. Tomás siguió vendiendo, con lo cual se pagaba comisiones aparte de su buen sueldo, viajando y usufructuando de los beneficios que le daba su nuevo status. Además como Gerente se asignaba los mejores clientes.
Y así Marisol se hizo aún más imprescindible.
Ella manejaba todos los movimientos financieros de la empresa y lo hacía sola. No pedía ni quería ayuda. Sin ser nombrada oficialmente se transformó en la virtual Gerente de Finanzas, ya que quien tenía ese cargo renunció para dedicarse exclusivamente a las ventas.
Tomás viajaba constantemente; algunos viajes los inventaban y se iba a relajar a alguna playa del Caribe. La empresa tenía filiales y siempre había una excusa que justificaba la presencia del Gerente General, entonces éste partía y recibía sus merecidos viáticos. No le rendía cuentas a nadie.
El Presidente de la empresa estaba demasiado ocupado con otras empresas para ocuparse de controlarlo. Su confianza era total.
Después de sus viajes, y como era usual, Tomás traía divisas del extranjero, producto de las ventas. Algunos clientes pagaban en efectivo y ese dinero lo recibía Marisol. Ella lo cambiaba a moneda nacional y lo depositaba en la cuenta de la empresa.
Un día revisando las cuentas Marisol notó que el dinero entregado por Tomás no correspondía a la información que el cliente le había reportado en un informe, la diferencia era moderada pero la dejó pensativa. Al final no quiso preguntar y arregló la rendición para que cuadrara.
Esto marca el comienzo de una práctica que definiría los destinos de la empresa. En algún momento, en algún segundo, en algún instante, cruzó en la cabeza de Tomás la idea de sacar algo de ese dinero, sólo un poco “sé que no está bien pero me lo merezco”, esa fue exactamente le reflexión que tuvo y que finalmente le cambiaría la vida para siempre. En ese instante trascendental un virus se instalaba en el sistema para corromperlo lentamente.
Marisol seguía descubriendo incoherencias en las rendiciones de Tomás y las diferencias en los dineros que recibía eran cada vez mayores. Tomás también usaba la Tarjeta de crédito de la empresa para gastos personales.
En esta parte de la historia sucede algo de veras curioso. Tomás empezó a darse cuenta que Marisol sabía lo que estaba haciendo.
Marisol sabía que Tomás sabía que ella sabía.
Y a su vez Tomás sabía que ella sabía que él sabía…
A pesar de eso nunca lo conversaron, no había ni se pedían explicaciones. Era algo así como un acuerdo telepático que finalmente acomodó a ambos para dejarlo ser.
A Marisol le aumentaron el sueldo. No fue mucho, Tomás cuidaba fieramente el dinero de la empresa, excepto, por supuesto, el que manejaba él. También le dieron algunos bonos y se le regaló un viaje a un seminario en Ecuador. Ella estaba contenta y sentía que la reconocían.
Marisol, que era una buena persona, se había hecho cómplice de una situación que era, por decir lo menos, irregular.
Era tanto el trabajo que acumulaba Marisol que un día no le alcanzó el tiempo para hacer la rendición de la caja chica, es decir de aquel dinero para los gastos menores semanales de la empresa. Tampoco pudo hacerlo con las rendiciones posteriores y luego de un par de meses se dio cuenta que Tomás nunca le pedía la rendición de la caja chica, es decir nadie la controlaba. Se daba por hecho que todo estaba bien. Su imagen de confianza era absoluta.
A partir de esa reflexión Marisol no tuvo inconveniente en tomar un poco de dinero de la caja chica para unas compras que hizo en el supermercado. “sé que no está bien, pero me lo merezco” fue lo que pensó. Esa práctica se transformo en algo habitual.
Y así comenzaron a pasar algunos mese hasta que se realizó el balance de ese año que como todos los años se debe hacer para el Servicio de Impuestos Internos. Este balance lo realizó, como siempre, una empresa contable externa y por primera vez en todos los años, arrojaba una pérdida de dinero apreciable e inexplicable.
Era tan difícil de cuadrar el balance por la documentación faltante y la dificultad de acreditar los dineros en efectivo, que al final Tomás le sugirió al contador externo que “cocinara” el balance, es decir arreglarlo de alguna forma. Así se hizo. El contador externo siguió las instrucciones del Gerente General ya que tampoco quería meterse en líos. “No está bien lo que estoy haciendo, pero es lo que me piden” pensaba. El recibía buenos honorarios por su función y no tenía interés en arriesgarlos.
Esto mismo sucedió durante casi 3 años. Tomás se había comprado 5 propiedades y una parcela, sus vacaciones las pasaba con su familia en Europa.
Por otra parte quien era el Gerente de Finanzas y ahora sólo se dedicaba a ejecutivo de ventas y relator comenzó a seducirla y Marisol se enamoró de él. Desde su separación que Marisol no tenía una relación, ella sólo trabajaba y comía, entonces había ganado unos buenos kilos de más, Marisol no pudo resistir los embates seductores de quien como buen Argentino derrochaba desplante y simpatía.
A partir de esa relación, Marisol comenzó a pagarle todos las comisiones y gastos de reembolso, que le rendía descaradamente quien había sido su jefe y ahora era su amante. Las cifras eran muy altas y sospechosas. Tomás nada revisaba, daba por hecho que Marisol siempre cuadraba todo y sin preguntar.
Tomás y el Argentino obviamente eran muy amigos.
El dueño de la empresa comenzó a inquietarse, notaba que algo andaba mal. A pesar de los optimistas reportes del Gerente General, las ventas habían caído a un nivel muy bajo. Decidió contratar a un Gerente de Ventas a pesar de la resistencia de Tomás.
Luis, el flamante Gerente de Ventas, era de toda la confianza del dueño. Tomás, que era muy astuto, se las ingenió en un principio para desencantarlo imponiendo su autoridad y dejándolo aislado de toda información. Esto provocó justamente lo contrario ya que Luis le reportó al dueño algunas irregularidades que estaba observando y le advirtió que si él no contaba con el apoyo y la colaboración del Gerente General, se iba.
El dueño le exigió a Tomás que entregue toda la información solicitada por Luis y que lo apoyara en su gestión.
Unos días después Tomás renunció lamentándose de que ya no tenía la confianza del dueño. Cuando renunció pidió que en virtud de sus servicios a la empresa lo indemnizarán igual a como si lo hubieran echado, ya que su situación económica quedaba en serios riesgos y no sabía qué le depararía el futuro. Sus palabras sonaron como un ruego. Tomás era muy astuto y había perdido completamente su dignidad. En esa reunión estaba el dueño y el Gerente de Ventas (quien sería nombrado Gerente General).
Lo indemnizaron. Tomás literalmente huyó.
Mientras tanto Marisol, que de la caja chica había pasado a la caja grande, comenzó a apropiarse de dineros que se pagaban en efectivo de las ventas y de repente comenzó a entrar en pánico. El nuevo Gerente comenzó a observar el desorden financiero que había y le pidió rendiciones de los pagos y egresos del último año. Marisol una y otra vez se las ingenió para no cumplir esa orden. No tenía cómo justificar los robos que estaban sucediendo,
Su relación con el Gerente se ponía cada vez más crítica. Marisol comenzó a vivir una verdadera pesadilla, casi no podía dormir. Un día llegó en la mañana y le pidió una reunión al Gerente. Estaba desencajada y se puso a llorar. Le presentó una licencia médica por stres y le habló de la cantidad de trabajo que tenía, la presión que él estaba ejerciendo en ella y que además tenía graves problemas con sus hijos. Es así como estuvo más de un mes sin ir a trabajar. Cada semana enviaba una nueva licencia médica.
En su ausencia el nuevo Gerente General pudo darse cuenta de serias irregularidades en las finanzas que mostraban una cifra enorme de dinero “desaparecido” sin justificación alguna. Decidió que la única manera de aclarar eso será con una auditoría de los últimos 3 años.
A Marisol era casi imposible contactarla, no atendía el teléfono y cuando lo hacía gritaba descontrolada que la dejaran descansar, que tenía licencia.
Finalmente apareció y se reunió con el Gerente. Le dijo que estaba muy mal, que el problema con sus hijos era muy grave y que había decidido dedicarse a ellos. Sorpresivamente sacó de su bolso un documento notarial con su renuncia voluntaria. No pidió indemnización y se retiró rápidamente, llorando, por supuesto.
De ella ni de Tomás jamás se supo. Ambos quedaron marcados por el juicio de corruptos, fundado en las evidencias que dejaron. La empresa estuvo a punto de quebrar y gracias a la férrea voluntad y entusiasmo de Luis, ésta pudo sobrevivir y hoy goza de buena salud.
Todo, absolutamente todo hubiera sido diferente si se hubiesen respetado los valores. Tomás y Marisol aún estarían en esa empresa gozando de una buena vida.
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«Para la mayoría de los hombres, el problema no es apuntar alto y fallar.
El problema es apuntar bajo y acertar»
MIGUEL ANGEL BUONARROTI