Cada cierto tiempo la prensa nos hace recordar los viejos tiempos, aquellos en que Cecilia era un bombón y Carlos Saúl era un viejo goloso que lanzaba sus últimos fuegos artificiales gracias a su buena vida y también a algunos ajustes clínicos de belleza y desempeño.
Yo recuerdo que en la época que afloró esta pasión, Carlitos llamaba a Cecilia por Teléfono (no había celular), le cantaba tangos y ella se sonrojaba. El país entero estaba asombrado por este romance. En buena síntesis, un Ex Presidente Argentino de dudosa fama se juntaba con nuestra diva, nuestra santa, nuestra flor más preciada. Para peor, ella se quedaba varios días en la finca de este ex Presidente cuya fama era cada vez más dudosa. Esto era demasiado, un viejo cochino manoseando a nuestra princesa. Todos esos malos pensamientos recurrentes nos atormentaban.
Fotografías como está torturaban a todo el país; esa mirada encerraba
(según nuestro observador) las peores ideas, las más viles intenciones.
Tuvimos que tragarnos ese plato asqueroso y la perdonamos. Era preferirlo aceptarlo que sufrir las eternas burlas de la otra parte.
En Argentina era aún peor, a Cecilia la veían algo así como una bataclana que le venía a sacar la plata al querido, al respetado, al idolatrado al Rey de las Pampas: Carlitos Saúl. Nadie la veía como una Eva, reimpulsando la carrera del estadista.
Se casaron, tuvieron un hijo y se separaron.
A su hijo le pusieron Máximo.
Después de todos este tiempo, unos 18 años más o menos volvemos a presenciar el reencuentro, el “remember” que hoy tan acertadamente se le llama, y con asombro vemos que el asombro continúa.
Si hiciéramos un paralelo entre Chaplín y Oona sería casi idéntico, sólo que Cecilia no llegó al final.
Cecilia está bien, pero en comparación a su archi rival, hay que decir que Zulemita esta divina.
Don Carlos se achicó y se ve viejito.
Carlitos tuvo el coraje, la dignidad y el amor para venir a ver a su hijo. Esto le reivindica y nos hace al menos, tener la paz de saber que ése lobo que nos robó a Caperucita, no era tan feroz y tenía su corazoncito.