HAY UNA ESPERANZA, UN ANTÍDOTO
Hace unos años atrás tuve el privilegio de conocer una pareja de médicos chilenos , Jane Crossley y Fernando Morgado, quienes habían tenido un sorprendente éxito tratando el cáncer en los dominios de las emociones.
Ellos provocaban durante el tratamiento con sus pacientes, un vuelco en su emocionalidad transformando el miedo al terrible cáncer en una profunda rabia contra él.
El virus de la rabia, cuando se activa, se encarga de liberar y liderar a todos los sistemas inmunológicos que quedan sometidos y presos por el miedo. Cuando los sistemas de protección de nuestro cuerpo se unen coordinanadamente, sin duda darán una dura batalla a los demonios agresores.
Lo que estos médicos relataron en aquella ocasión fue algo asombroso de conocer.
Un tiempo después conocí la historia de Angela, hija de un querido amigo quien a sus esplendorosos 30 años desarrollo un cáncer en su cuerpo. El médico le advirtió que durante el tratamiento de quimioterapia ella quedaría irremediablemente pelada, al igual que todos los pacientes que se someten a la quimioterapia.
Angela tuvo un tremendo impacto con esta noticia y en vez de irse a la tristeza sintió una furia feroz, una tremenda rabia con ese mal que la tenía controlada.
Angela fue la primera persona a la que no se le cayó el pelo, ni los dientes, para sorpresa de los médicos. Su cáncer finalmente fue derrotado.� Esto sucedió hace unos quince años atrás.
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El miedo es una emoción necesaria, pero también puede paralizarnos y suponer un mayor peligro para nosotros que aquello que tanto nos asusta. ‘El rey y la peste’ es una fábula árabe muy corta que nos explica por qué debemos aprender a diferenciar entre el miedo que nos protege y aquel que nos hace daño.
«EL REY Y LA PESTE»
En estos días de tanta incertidumbre con la llegada de nuestro desagradable visitante, el coronavirus, recordaba la antigua fábula “El Rey y la Peste”.
Cuentan sobre un rey árabe que atravesaba el desierto cuando se encontró con la peste. El rey le preguntó inquieto: “Peste ¿para dónde vas?” a lo que la peste le respondió: “Voy a Bagdad a matar a 500 personas”. Días después volvieron a encontrarse y el rey muy disgustado lo increpó diciendo: “Peste mentirosa, me dijiste que ibas a Bagdad a matar 500 personas y mataste 5 mil” a lo que la peste respondió:
“Efectivamente yo maté 500 personas. Los demás se murieron de miedo”
El miedo que se apodera de las personas sin duda abre las puertas a las amenazas, a los demonios, a los virus que atacan a los seres humanos. El miedo también puede desarrollar el virus de la rabia y rechazar el contagio y la enfermedad, a pesar de que el virus para nosotros es invisible.
Las probabilidades de que el COVID-19 penetre en nuestro sistema son enormes, cuando está en nuestro cuerpo deberá librar una batalla cara a cara con nuestras defensas y este virus puede ser letal si nuestro cuerpo no ofrece resistencia.
Es muy importante desarrollar el virus de la rabia y orientarlo a acabar con este enemigo.
“Si toda esa rabia que tenemos los chilenos, la canalizamos contra el COVID-19, lo erradicaríamos para siempre”
Nuestros pensamientos crean la realidad.