No es una nueva ola de la pandemia, ni un misterioso eclipse. Tampoco es una horrible predicción ni una señal terrorífica de los dioses que gobiernan:
Es un Tsunami que ya se puede apreciar a ojo desnudo desde cualquier punto en las costas de Chile pero, a decir verdad, no lo queremos ni mirar.
La Paz se está alejando cada vez más y la ansiedad por un orden se acerca peligrosamente. Lo tremendo es que imponer un orden – por nuevo o viejo que este sea – es una tarea Titánica en un contexto en que hay dos fuerzas opuestas e irreconciliables. Al final esto se traduce en que se van a imponer todas las ideas, pero sólo las de uno de los lados, las cuales como decíamos, son completamente opuestas a las del otro lado, en este caso al lado de los vencidos (pobres de ellos)
Cuando esto ocurre muere mucha gente porque el odio engendrado nos enloquece y nos transforma incluso en zombies insensibles, lo que tampoco notamos negándonos y engañándonos con que la vida es así, como yo la vivo y quien piense lo contrario es un enemigo que hay que dañar o eliminar, según sea el contexto y el caso.
El Tsunami viene con todas esas terribles fuerzas, pero aún no se distingue muy bien qué es lo que verdaderamente nos trae y quién se quedará con el poder entre los sobrevivientes.
Lo que sí sabemos es que nada bueno traerá.
Lo que no sabemos es qué tan dañino será.
Esto mismo ya lo vivimos en Chile. Yo lo viví y cada vez se parece más a esa experiencia de los años sesenta, setenta… la que nos ha acompañado con mayor y menor tensión en todos los años posteriores.
El Tsunami va a arrasar con todo aquello que no esta firme, lo que está débil y desprotegido. Por eso es aconsejable valorar lo que es más importante y eso protegerlo.
El Tsunami va a arrastrar a muchos culpables y a muchos inocentes, en realidad va a arrastrar también a personas como tú y yo, las que valoran la paz, el respeto, el bien y el sentido común, lo que hemos tenido gracias a tantos años de acuerdos y conversaciones para el progreso y no para la destrucción del país.
El Tsunami va a terminar con todo aquello que hoy nos estamos farreando, con todo aquello que hasta ahora es transparente porque lo tenemos en cantidad, como el aire… hasta… hasta, que se termine. Entonces, sólo entonces, nos damos cuenta de que pudimos impedirlo, que no era para pelear tanto, que tan mal no estábamos antes y que podíamos desarrollar el pensar y el hacer libremente, dos aspectos fundamentales para que los seres humanos seamos felices.
Es muy importante reflexionar en qué es lo que queremos cada uno de nosotros, considerando que en Chile vivimos millones de afortunados chilenos que tenemos nuestro propio país.
Chile es nuestra propiedad, nuestro hogar, nuestro barco en el viaje de la vida.
“Dicen que lo único que puede detener un Tsunami, es atraer la energía de la paz en nuestro corazón”
Este bello pensamiento que más parece una mentira, en realidad funciona si la paz toca el corazón de todos, algo que parece imposible hoy en nuestro país, pero el sólo hecho de pensar que es posible, tal vez consiga que el Tsunami pueda retroceder o bajar su fuerza y velocidad, que hasta ahora no encuentra ningún obstáculo.