¿Tragamonedas? trágame tierra.
El lenguaje nos regala maravillosas herramientas para salir de una mentira: Lo siento, perdón, me equivoque, no fue mi intención, me disculpo. El perdón y la honestidad reparan la vergüenza de sostener una mentira eternamente, a pesar de las abrumadoras evidencias, fundamentos y sentido común.
Todos saben que miente, menos el mentiroso.
Hay casos de personas que cuando jóvenes fueron sorprendidos en grandes mentiras y hasta viejos han seguido porfiando en sostenerlas, a pesar de las burlas y el tremendo costo que eso les ha significado a través de los años. Son mentiras que para el mentiroso pareciera que se transforman en verdades en base a pura recurrencia.
Entre todas las desventajas e incomodidades de sostener una mentira, hay algunas que son terribles, una de ellas es el tejado de vidrio que aparece sobre la cabeza del mentiroso, cuando en alguna conversación surge un tema que se relaciona con su mentira. Es muy probable que en la casa del Senador en cuestión, o en sus reuniones con amigos, palabras como “casinos” “comisión” “tragamonedas” “aportes” “destreza” “Soquimich” “rugby” “honestidad” “corrupción” seguramente provocarán algunos silencios incómodos, miradas, carraspeos, sonrisas y tal vez algún rubor.
Admitir una mentira nos hace grandes, sostenerla nos condena para siempre. Admitir una mentira requiere de mucho coraje; la mentira es pariente cercana de la cobardía.
Tal vez nadie te recordará por haber sido honesto y haber admitido una mentira. Por el contrario, nadie te olvidará por la mentira que sigues negando.
Un cuento para disfrutar:
Y qué ocurrirá en las próximas elecciones?? Le renovaremos la confianza.
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Querido Javier, esa pregunta es grande.
Todos merecemos una nueva oportunidad y el Senador es parte de todos. Claro que previo a eso él debe tener un gesto de grandeza, un gesto valórico. Si eso sucediera créeme que contaría con mi voto.
Un abrazo
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Por supuesto que contará con tu voto,si son de la misma generación,para que enumerar sus características,todos las conocemos.
Por eso pasarán algunas generaciones antes que Chile se libre de éstas mentes que no pueden hacer crecer a los pueblos.
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El problema no es generacional, es humano.
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