En medio de un matinal, la regia conductora le pregunta a un conocido político y actual senador que “si a los senadores no les da vergüenza lo que ganan….”
En ese instante es interrumpida secamente por el senador, viejo zorro, un “perro grande” a quien también lo llaman El Tanque. Este sin mucha sutileza le responde con otra pregunta: “¿y a usted no le da vergüenza lo que gana que me pregunta a mí?”
La conductora quedó petrificada. Acostumbrada a hablar y preguntar sin contrapeso ni interrupciones, intentó, muy nerviosa decir algo inteligente, lo que nunca afloró; por el contrario, balbuceó algo como una explicación diciendo que ella participaba de actividades de beneficio. Un argumento que provocó más bien vergüenza ajena.
La conductora llevaba sobre su cabeza un pesado tejado de vidrió que el senador lo desplomó con apenas un soplido… o más bien un rugido.
En momentos de crisis… y de profunda crisis, van apareciendo y desapareciendo todos esos personajes que han llevado sus tejados de vidrio por años y que ahora quedan expuestos frente a la opinión pública.
Mucho de ellos están escondidos y se dan maña para no aparecer.
Basta imaginarse cómo están ahora, las empresas que se coludieron, los honorables que emitían boletas de honorarios fraudulentas y recibían millones para luego votar a favor de las conveniencias pesqueras o mineras o bien agrícolas. Están sin duda escondidos intentando eludir el chaparrón que cada vez es más terrible.
Hoy, el que era Ministro de Hacienda, sale humillado de la moneda sin ni siquiera haber hecho un mea culpa de su estupidez y arrogancia. El otro al menos pidió perdón y su salida fue más digna.
Sale el Ministro del Interior con esa sonrisa nerviosa y torpe que no puede controlar y entra, para sorpresa de todos, un valientes príncipe de gestos amables y tiernos que debe controlar el país.
Ver al que era Ministro del interior y luego a este joven valiente, es como cambiar de película e ir de Jurassic Park a La Guerra de las Galaxias.
¡Notable!