Hace unas 3 semanas, escribí un artículo para mi blog, en el cual comenté un webinar de una conocida pareja de coaches que presentaba formalmente su propia versión del modelo del observador (OSAR)*, ese sagrado pilar en el que se sostiene la Ontología del lenguaje y por extensión el coaching ontológico.
Mi artículo hacía una crítica, dura y honesta, acerca de la arrogancia de intervenir ese modelo con el cual nos formaron como coaches.
El primer día para mi sorpresa, el artículo se viralizó en ese acotado y pequeño mundo del coaching. No paraba de entrar visitas a leerlo; también me llegaban algunos comentarios en WhatsApp.
El único personaje que se atrevió a opinar sin prejuicios en las redes fue Ignacio; quien desde su transparencia y sapiencia expresó su parecer. Lo compartió en facebook y ahí tuvo algunas opiniones. Todas muy interesantes. Aparte de Ignacio, nadie más se atrevió a opinar. Yo intuyo que él es de los pocos, o tal vez de los únicos, que no tienen tejado de vidrio y pueden hablar sin complejos de lo que se le ocurra.
Quienes me escribieron por WhatsApp me encontraban razón y avalaban lo que yo había escrito, opinaban que yo era muy valiente en hacerlo pero que no debía exponerme; también aconsejaban que debía cuidarme.
Algunos me dijeron que veían en mi un gran dolor.
Alguien, eso sí, me escribió diciendo que yo era un resentido e insinuó que estaba enfermo (¿por qué será que algunos coaches se creen médicos, hacen diagnósticos y te declaran enfermo?). A pesar de que sólo fue una persona la que dijo eso, esa persona es un vocero muy representativo de los aludidos y de su comunidad más próxima y servicial. No hubo referencia a lo que yo decía, lo único importante era que el autor del artículo era un resentido y estaba enfermo de la cabeza.
Hubo también una persona muy importante en el contexto académico internacional, que me envió un mensaje sin palabras a través del WhatsApp. Puso el emoticón de las manos aplaudiendo (repetido varias vece) luego continuaba el emoticón de la mano con el pulgar arriba.
El segundo día habían entrado tantas visitas a leer el blog que de veras me asusté. Tuve una sensación extraña en mi estómago y la interpreté como “es mejor dar una pausa” y lo bajé.
Ahí sucedió algo increíble, muchos comenzaron a preguntar por qué lo había bajado. Que si era porque los poderes fácticos habían presionado o porque mi conciencia me lo pedía. Algunos se contactaron con amigos míos para que averiguaran el porqué. Comenzaron una serie de rumores.
Nunca respondí y al día siguiente lo volví a subir.
Después del cuarto día, como todas las cosas, la audiencia comenzó a bajar.
De parte de los aludidos no hubo comentario alguno (al menos en mi blog o bien en las redes). Por ahí alguien dijo que el artículo había causado revuelo en su Escuela.
2 semanas después este mismo matrimonio de coaches da otro webinar y yo hago un nuevo artículo. Esta vez le puse una buena cuota de ironía, debo reconocerlo.
Tuvo muchas visitas pero nada comparable al otro artículo.
Luego de esto hubo ¡un tercer webinar de esta pareja! promocionado con meses de anticipación, organizado y auspiciado por una importante Federación Académica Internacional en el que expondrían acerca de su novedosa propuesta. Este webinar sucedía justo una semana después del revuelo que había causado mi artículo.
Por supuesto el webinar que dieron fue mesurado y temeroso. Los gráficos fueron cambiados, la seguridad en la propuesta desapareció y un sin fin de explicaciones acompañó la presentación. Intentaban darse autoridad apelando a la experiencia que ellos dicen tener «de más de 10 mil horas de práctica de coaching». Decían que una persona con 10 mil horas de práctica en algo, adquiere maestría y como ellos dicen tener esas horas «y más», entonces se llaman maestros (quién les va a discutir). Ninguna mención a lo que todos habían leído, comentado y rumoreado durante los últimos días. Era el momento para hacerse cargo de una situación… pero no, como siempre optaron por la indiferencia.
Responder a una crítica es para ellos humillarse. Piensan que todo aquello que ellos ignoran, no existe o no tiene importancia.
Para la ocasión, llevaron al “set” (donde grabaron el webinar) a un par de viejas coaches, eternas allegadas de la Escuela, que siempre están prontas para aplaudir y animar las nuevas iniciativas de sus importantes e influyentes colegas empleadores.
A la propuesta le bajaron el perfil y tal vez ahora esté en reparaciones para próximamente volver a la carga.
De esto ha pasado tres semanas y recién hoy escuché algo que me hizo reflexionar: una persona de esa Escuela comentó que el día que publiqué mi artículo, el principal aludido estaba furioso y gritaba: ¡Como me hace esto Jorge… después de todo lo que yo hice por él!
Me puse a reflexionar en qué había hecho esa persona por mi .
De inmediato me vino a la memoria su secreta participación (también la de su esposa) en un grupo exclusivo y hermético que por casi un año me sometieron a lo que hoy se conoce como Mobbing.
Estoy seguro de que esa, mi experiencia de Mobbing, supera con creces las 10 mil horas de práctica soportándolo.
Cuando pienso acerca de si en realidad aún estoy resentido, me doy cuenta con culpa de que sí lo estoy. El resentimiento, como lo ve el coaching ontológico, es un pecado, un veneno que todos los días vamos bebiendo aún sabiendo lo mal que hace.
Creo que no lo entienden bien.
Mi resentimiento no es el de vengarse. Es un sentimiento de justicia, de reparación, de dignidad. Mi resentimiento hoy es una fuente de inspiración para exponer y denunciar una práctica que ningún ser que se declare humano, debe ejercer con el prójimo.
(*) Para quienes no conocen o han olvidado el OSAR:
“A veces, cuando una oportunidad te invita,
es sanador patearles el trasero a los abusadores.
Todo el mundo se solaza y te ven como un héroe…
y lo mejor es que ellos, los aludidos, se quedan mudos y
sin capacidad de responder; refugiándose en la arrogancia
y la inútil indiferencia, intentando sostener ese enorme y pesado
tejado de vidrio que siempre los acompaña”
El artículo:
https://jorgeolalla.com/2019/04/16/un-nuevo-orden-para-el-coaching-ontologico/
Hola Jorge, me encanta esta saga de justicia, reparación y dignidad. Me encanta que seas parte ajena al rebaño íntimo, que sólo sabe de servilismo, loas y aplausos hacia los «amos del universo».
Me encanta que te expongas y «descuides», por fin alguien irónico y divertido en un mundo de personas serias, aburridas, dramáticas…… «grandiosas y maravillosas”. Una corriente de aire fresco. Bienvenido al grupo de los desencantados del oligopolio.
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Bravo!
Ya somos dos.
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